lunes, 4 de abril de 2011

El final de un día

Me encuentro en casa después de un día no muy ajetreado en el restaurante, disfrutando de mi recién recuperada soledad, ya que mi compañero de piso temporal se ha tomado unos días libres antes de regresar a la Madre Patria definitivamente y es que nos encontramos en Seattle en este preciso momento.

Estoy aprovechando este maravilloso momento que hacía varios meses que no tenía para escribir el segundo capítulo de este blog, en compañía de una botella de vino Cune 2007, un crianza no demasiado espectacular pero con una relación calidad precio bastante asequible a cualquier bolsillo, más si cabe en este país donde los vinos son tremendamente apreciados a la vez que caros. Eso si, antes de ponerme manos a la obra con esto, he iniciado la maceración de un ceviche muy a mi manera, unas gambas, limón, dados de tomate, cebolla, chiles verdes y aguacate que en unos minutos regaré con un chorreón de aceite de oliva y empezaré a disfrutarlo, ya que hablar de comida o cocina con el estómago vacío no es algo que me parezca muy recomendable y mas a estas horas de la noche.

Como les decía hoy no ha sido un día especialmente productivo en el restaurante, pero lejos de lo que pudiera parecer, como siempre hay muchas cosas que contar. Todos sabemos que las nuevas incorporaciones laborales son duras y existe un tiempo de adaptación que se alarga o se acorta dependiendo de la persona, pero hay determinados casos que se alejan de cualquier realidad conocida, hay casos que son sumamente especiales y como tal en determinados casos y el de hoy es uno de ellos, se hacen muy graciosos pese a la necesidad de cubrir el puesto inmediatamente.

Hoy nos ocupa el caso del que pasaremos a llamar Manolo, una persona que debido a la vacante de un puesto, ha optado a cubrirlo, como se pueden imaginar la cocina es algo mas que una buena presencia o unas dotes inmejorables de comunicación, nosotros, los cocineros hablamos de otro modo, nos expresamos a través de nuestros platos o creaciones, por eso se hace imprescindible darle a una persona la oportunidad y  el tiempo necesario para que se adapte a las nuevas formas de trabajo que le esperan y que conozca el espacio que le rodea;  Uno no puede prejuzgar a simple vista y en muchas ocasiones las apariencias engañan. Pero como todo en esta vida, hay personas que en ese proceso de adaptación nos empiezan a sorprender con actitudes que nos hacen esbozar cuanto menos una sonrisa. Es el caso de Manolo, que prestando toda su atención e intentando fijar sus cinco sentidos en la explicación que le estábamos dando para  la elaboración de un tartar de atún y cangrejo ha olvidado que uno de los ingredientes que añadimos es el aguacate. Al final de esa explicación y posterior montaje del plato he decidido darle una pequeña porción para que fijase en su memoria gustativa el punto exacto que le queremos dar al plato en cuestión.

Hasta aquí todo parece normal, pero cual ha sido mi sorpresa cuando con una expresión de miedo y una tonalidad de piel un tanto pálida, me ha preguntado si le había dado aguacate a probar, mi respuesta, como se imaginan ha sido positiva, ya que aparte el había formado parte del proceso de elaboración del plato, el, entre  el susto y la intranquilidad nos ha dicho que era alérgico al temido y siempre bien camuflado aguacate.

Afortunadamente la cantidad que ha ingerido era tan insignificante que no ha sufrido nada mas que un poco de irritación en las papilas gustativas, pero ésta es la muestra de lo difíciles que pueden llegar a ser los primeros días, cuando alguien está intentando impresionar al jefe con su atención y la toma de notas, uno está tan ensimismado en guardar esa pose aparente de buen chico que los detalles que a primera vista parecen insignificantes se nos escapan y nos dejan cosas tan graciosas como esta.

Desgraciada o afortunadamente, debido a esa camaradería que suele haber en las cocinas, estas cosas no provocan en el resto de cocineros nada más que risas desternillantes y que a veces y según la persona pueden llegar a ser muy incomodas. Afortunadamente no ha sido el caso y nuestro buen amigo Manolo no ha podido hacer otra cosa nada mas que unirse a nuestras risas de niños traviesos y tomarse las cosas como siempre hay que hacerlo, con buen humor.

Quiero dejar para mañana las dos visitas con comentarios inesperados que hemos recibido en el restaurante hoy y que a uno le hacen darse cuenta de que muchas veces y mas en este país, tan alejado del que nos vio nacer, no sólo estamos para llenar estómagos y refrescar paladares, si no para tratar a nuestros huéspedes como en su casa, para comprender sus necesidades y muchas veces tratarles como  amigos, dejando a un lado esa supuesta distancia, mal llamada a veces profesionalidad para disfrutar de ellos de ese momento tan especial para ellos y que nosotros tenemos la suerte de poder compartir, en caso contrario ¿Para que estamos aquí? Ellos quieren acercarse un poco más a esos recuerdos que han dejado atrás en la distancia y nosotros no podemos hacer otra cosa que intentar ofrecérselos desde el lado mas amable y desenfadado que sabemos.

No querría despedirme hoy sin dejarles las cantidades aproximadas del ceviche que me está esperando en la cocina. Un plato sencillo muy apto para principiantes en esto del arte de la cocina y que sin duda puede apañarnos una cena rápida sin renunciar al sabor y por supuesto a la salud.

10 gambas de tamaño grande o langostinos (cortados en 4 trozos cada uno)
1/4 de cebolla o cebolleta (picada muy fina)
1/2 tomate en dados
1/2 aguacate (en dados)
El zumo de un limón
Sal
1 o 2 chiles verdes (depende de lo que le guste el picante)
Una pizca de cilantro picado muy finamente
Una cucharada sopera de aceite de Oliva Virgen Extra

Mezclar todos los ingredientes a excepción del aceite y dejar macerar durante media hora al menos.
Añadir finalmente el aceite, presentar en el plato dándole la forma deseada (yo utilizaré un aro redondo) y acompañar con unas hojitas de rúcula o acelga roja.

Como a falta de pan buenas son tortas y para gustos los colores yo hoy he prescindido de la rúcula y la he sustituido por un poquito de manzana. A su elección lo dejo.

Buen provecho¡¡¡¡

Nota: Como ya he dicho antes estoy solo en casa disfrutando de este momento, pero no por ello renuncio a la presentación de el plato. Uno ha de comer disfrutando y para ello siempre es necesario empezar por la vista. Una mesa completa, una buena copa de vino, una buena presentación y la luz tenue de mi chimenea harán de esta cena no solo un mero alimento sino otra experiencia inolvidable. Gracias por compartirla conmigo.

1 comentario:

  1. Gracias por compartirlo. Me parece el mejor plan después de una largo día de trabajo, tanto si ha sido muy duro como si no. Y sobre todo, regándolo con un gran vino como el Cune.
    Que lo disfrutes!

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